No siempre será la Vie en Rose.

Quand il me prend dans ses bras

Il me parle tout bas,

Je vois la vie en rose.

Son exactamente las dos de la mañana, y estoy escuchando a Edith Piaf  con la Vie en Rose, reflexionando sobre un fragmento de un texto que leí en el Facebook sobre los torpes y ciegos que somos:

 “Somos tan torpes! Dejamos pasar lo bueno pensando que todavía vendrá algo mejor… y así vamos… Si por un segundo nos dejaran ver nuestro futuro, cuántas cosas atraparíamos en el instante, cuántos aciertos florecerían. Entonces, la tristeza y la frustración seguramente no existirían. Pero nos tocó aprender a base de errores; de darnos contra la pared creyendo encontrar en ella la salida.”  (Ángela Becerra. “Memorias de un sinvergüenza de siete suelas).

 Si fuéramos adivinos seguramente nos perderíamos de muchas experiencias en la vida y no tendría mucho chiste. Es verdad que a nadie le caería mal saber su futuro inmediato, pero, ¿y si no es tan bueno? Recuerdo alguna vez que me leyeron la mano, no hubo buenas noticias, lo realmente alarmante es que parte de lo que “pronostico” se cumplió (o me saboteé), no soy precisamente una creyente de esas cosas, sin embargo me dijo mi futuro y no, no me gusto. 

Hay un encanto en no saber que nos depara la vida hoy, mañana y años después. Aquí lo importante seria “reconocer” lo bueno que nos pone la vida de vez en cuando. Lo que quiero decir es que siempre andamos “esperando” la pregunta es ¿Qué? Si nos enfocamos en el amor, en el caso de las mujeres nos pasamos la vida esperando al príncipe azul de aquellos cuentos, esos altos, rubios de ojos azules – Presiento que el daño fue muy grande- 

Desgraciadamente nosotros formamos nuestra vida a base de decisiones que tomamos día a día, y eso con el tiempo nos lleva a nuestro presente. Cuando pasan los años y por tentación volteamos al pasado, hay cosas que nos vamos lamentando, personas que ya no están en la vida y nos preguntamos qué sucedió con ellas, hombres que compartieron alguna vez nuestros sentimientos y familiares que ya no están. 

La vida tiene una secuencia, nacemos, crecemos, experimentamos, maduramos y morimos. No hay forma de pasar de nacer a madurar, tenemos que vivir, fracasar y levantarnos, prometernos que no nos volverá a pasar, tal vez repetir el error y volver a prometer que no pasará y tal vez ya nunca más suceda.

 Vivir significa un riesgo constante a tomar malas y buenas decisiones, a llevar tu vida por el mejor camino, a estar ciego y no ver a la persona magnifica que tienes en frente, es ignorar acciones y hechos, es deber sentimientos a las personas, es hacer daño consiente e inconscientemente, es perdonar y además pedir perdón a alguien, es darte cuenta tarde más que temprano que lo arruinaste y ya no hay remedio o tal vez si lo haya, es luchar constantemente por llevar la mejor vida que puedas tener y mucho más. Es repetirte día a día que ya no vas a perder el tiempo en malas decisiones y si las tienes que se pueden arreglar en el momento. La frustración, tristeza, angustia y felicidad es parte de nosotros. Tenemos que conocer lo negro para distinguir lo blanco, no todo lo podemos tener fácil. Aunque ese fragmento es hermoso y que daría por que fuera verdad. No hay una vida rosa eterna.

 

 

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