25 junio, 2013

Casarse está en griego, mandarín, alemán, francés y un poquito de maya.

Debería ser un requisito para casarse, el concubinato con una antigüedad mínima de un año.
(Mi propuesta de reforma a la ley)

Quien esté casado, estará de acuerdo conmigo en que el matrimonio es una de las experiencias más  difíciles que a alguien le puede tocar vivir.  Personalmente diría que al mismo tiempo,  es también una de las más bonitas.

¿Por qué la gente se casa muy enamorada y termina odiándose? ¿Es una regla? ¿El incremento en la tasa de divorcios indica que es contra la naturaleza casarse? Y si hay tanto comentario negativo en relación al matrimonio, ¿por qué las personas se siguen casando?

De acuerdo con el INEGI, de 1990 al 2009, la tasa de divorcios había aumentado en un 7.9%, con la previsión de que dicho porcentaje fuera a la alza.  Actualmente se sabe que de cada 100 matrimonios, 15 terminan en divorcio.  Las estadísticas no mienten, pero son sólo una apreciación cuantitativa de un fenómeno social  que deja ver, que el  pronóstico está en contra de la supervivencia de los matrimonios.  Bajo esta perspectiva, parece que casarse es un pensamiento suicida.  No obstante,  la proliferación de uniones sin el componente legal, es decir, la famosa “unión libre” o concubinato, también va a la alza, ¿surgiendo cómo una solución a la poca durabilidad de los matrimonios?

Efectivamente mucha gente está apostando por  la unión libre, lo cual ha generado diversas opiniones que ponen en tela de juicio si es en verdad este tipo de unión una solución.   Quienes están en contra, basan sus argumentos sobre la idea de que la falta del elemento legal, da como resultado la facilidad con la que se puede romper la relación; pensamiento que perdio toda  lógica desde que se inventaron  los  divorcios express .  Y quienes están a favor, curiosamente toman este mismo argumento, pero con la finalidad de aligerar los cargos de conciencia y  así favorecer las libertades de soltero que no se quieren perder en el matrimonio.  La realidad es que no es la legalización de la unión lo que destruye una relación; independientemente de que estés casado o no, la convivencia es el verdadero reto. 

Y es que, ¿cómo no va a ser difícil, si al vivir con alguien, además de compaginar nuestras manías, malos hábitos y caracteres con los del otro,  queremos que encajen también las miles de teorías que nos han insertado en la cabeza que nos dicen como un matrimonio debe ser?  Teorías que heredamos de nuestros padres; que nos compartieron nuestros amigos; que leemos en el Cosmo, y  que nos introdujeron en lo más profundo de nuestra psique las románticas telenovelas.


La convivencia es el verdadero reto porque además de lo anterior, también le tenemos que integrar  que en la dulce historia de amor habrán problemas reales y en esta realidad cotidiana, por mucho amor que una pareja se tenga, los besos, la comprensión, hacer el amor todos los días, las miradas y  la pasión no siempre serán prioridad (pensar lo contrario es claramente una herencia de las telenovelas, no te culpes).

La convivencia también está llena de batallas, pequeñas, medianas y grandes, con un destino que puede ser trascendente o intrascendente para la relación; por eso,  hay que saber escogerlas.   Y aquí es donde más influencia tiene lo que se dice que un matrimonio debe ser en cuanto a las responsabilidades, tareas, gasto, comunicación y libertades.   Si hacemos más caso a lo que dicen otros, en vez de escuchar lo que verdaderamente necesitamos como pareja, nos encontraremos priorizando la ausencia, en peleas que resultaran ser  un verdadero gasto de energía, amor y desilusión.  ¿Qué pienso yo? Y no es que sea una erudita en el arte del matrimonio mi querido lector, pero he comprendido que los acuerdos se hacen según lo que sea funcional para los dos, aunque en ocasiones esto  diste mucho de la teoría o de la opinión de los “matrimonios duraderos”.  Sin embargo, creo que lo que más afecta al matrimonio es que no le entramos  con la plena conciencia de lo que significa amar verdaderamente al otro tal y como es (a menos que te pegue… ¡huye!).  ¿Y  qué significa? Significa renunciar día a día a la idea de que nuestra pareja no es una extensión nuestra. Sí, no pensara ni reaccionara como lo haríamos nosotros, porque tiene identidad, necesidades individuales, deseos, temores y una forma tan única y propia de amar. Saber esto efectivamente genera desilusión, y si nos descuidamos poco a poco destruye el amor, especialmente si ponemos todas nuestras ilusiones sobre el otro (a).  Pero al comprenderlo,  vemos que nos es más útil dejar de esperar que aquella persona con quien nos casamos, haga a un lado su “ser humano” para satisfacer nuestros deseos; esto es lo que nos han vendido como el amor.    Funciona más respetar a quien elegimos tal y como lo(a) elegimos, sin quererlo (a) cambiar.


Casarse o vivir en unión libre es una constante estira y afloje,  donde lamentablemente la mayoría de las veces le dejamos toda la responsabilidad al amor,  olvidando que el verdadero trabajo está en la relación. Los estados de facebook dedicados, las cenas románticas o la cantidad de besos que nos demos durante el día, no son suficientes 8aunque no por eso menos importantes) para mantener una convivencia sana sin afectar tanto al amor.  Así que pensar que el matrimonio destruyó la relación, con su perdón, pero es una mamada. 

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5 comentarios:

  1. Todo es culpa de las frases pend.. que dicen "quedate con quien este dispuesto a dejar todo por ti" las lees y empiezas a sacar conclusiones de cuantas cosas ha dejado por ti para saber si vale la pena... plop!! Jajajajajajajajajajaja

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  2. Mmmmm... Cada quien con sus pensamientos pero, es mejor el matrimonio .

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  3. En las relaciones de pareja no hay garantías, entender que las personas cambian con el tiempo por un lado, pero siguen siendo "las mismas" por otro lado está muy cabrón, a veces nos relacionamos más con lo que pensamos, imaginamos o recordamos de nuestra pareja que con la pareja que tenemos en frente que probablemente esté retando nuestros pre-entendimientos de ella. Los fenómenos sociales (no solo el matrimonio), al ser multifactoriales, son complicados e intrincados, el craso error es verlos como dicotomías (bueno o malo, blanco o negro). Si cada cabeza es un mundo, cada pareja es un mundo también en sí misma. También algunas personas piensan que "l@s hij@s son primero", otros creen que lo que hay que priorizar en la vida familiar es la pareja misma, puesto que es a partir del bienestar en esta relación que se sostiene la armonía familiar... en fin, no hay recetas de cocina ni pasos a seguir, sino es cuestión de adaptación, de ritmo, de creación de rutinas dejando espacio a la espontaneidad, es como malabarear muchas cosas al mismo tiempo, es un arte que no tod@s llegamos a dominar, pero eso no quita que no hagamos el intento, y lo más curioso es que a veces cuando piensas que "ya tienes dominado" ese arte, es cuando la cagas.

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  4. se da mucho en Europa, los alemanes viven con sus parejas desde jovenes, los mismos padres los inducen a que "viajen" por lo menos un año juntos.

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  5. El noviazgo es para eso para conocerse bien, hoy en día las parejas optan por vivir en unión libre o prácticamente en unión libre, ante la sociedad es mal visto pero es verdad que te ahorra muchas cosas. Cuando estás seguro de querer compartir tu vida con esa persona te casas sin poner mil pretextos, esos que optan por no casarse es por que no están seguros. En mi humilde opinión jajaja

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